lunes, 8 de agosto de 2016

Carta de una señora mayor y reflexiones

Esta carta representa el balance de mi vida.  señora pilar Fernández    Tengo 82 años,
Lo que tengo y lo que no

Esta carta representa el balance de mi vida. Tengo 82 años, 4 hijos, 11 nietos, 2 bisnietos y una habitación de 12 m2. Ya no tengo mi casa ni mis cosas queridas, pero sí quien me arregla la habitación, me hace la comida y la cama, me toma la tensión y me pesa. Ya no tengo las risas de mis nietos, el verlos crecer, abrazarse y pelearse; algunos vienen a verme cada 15 días; otros, cada tres o cuatro meses; otros, nunca. Ya no hago croquetas ni huevos rellenos ni rulos de carne picada ni punto ni crochet. Aún tengo pasatiempos para hacer y sudokus que entretienen algo. No sé cuánto me quedará, pero debo acostumbrarme a esta soledad; voy a terapia ocupacional y ayudo en lo que puedo a quienes están peor que yo, aunque no quiero intimar demasiado.  Desaparecen con frecuencia. Dicen que la vida se alarga cada vez más. ¿Para qué? Cuando estoy sola, puedo mirar las fotos de mi familia y algunos recuerdos de casa que me he traído. Y eso es todo. Espero que las próximas generaciones vean que la familia se forma para tener un mañana (con los hijos) y pagar a nuestros padres por el tiempo que nos regalaron al criarnos.






también me gustaría compartir con vosotros una película de reciente estreno, su titulo “El fin es mi principio


El secreto de una buena vejez no es otra cosa que un pacto honrado con la soledad.


Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.


No ha de ser dichoso el joven, sino el viejo que ha vivido una hermosa vida.
El verdadero mal de la vejez no es el debilitamiento del cuerpo sino la indiferencia del alma.


pelicula El fin e mi principio



El anciano



Un anciano que pasaba los días sentado en un banco de la plaza que estaba a la entrada del pueblo, era muy querido por sus vecinos y siempre contestaba con mucha sabiduría a cualquier pregunta que le hicieran.
Un día, un joven se le acercó y le preguntó:
–Hola, señor, acabo de llegar a este pueblo, ¿Me puede decir, cómo es la gente de este lugar?
–Hola hijo, ¿De dónde vienes? Preguntó el anciano.
–De un pueblo muy lejano.
–Dime, ¿Como es la gente allí?
–Son egoístas, envidiosos, malvados, estafadores… por eso me fui de aquel lugar en busca de mejores vecinos.
–Lamento decírtelo, querido amigo, pero los habitantes de aquí son iguales a los de tu ciudad.
El joven, lo saludó y siguió viaje.
Al siguiente día pasó otro joven, que acercándose al anciano, le hizo la misma pregunta:
–Acabo de llegar a este lugar, ¿Me podría decir cómo son los habitantes de esta ciudad?
–¿Cómo es la gente de la ciudad de dónde vienes?
–Ellos son buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores… tenía tantos amigos, que me ha costado mucho separarme de ellos.
–Los habitantes de esta localidad también son así. Respondió el anciano.
–Gracias por su ayuda, me quedaré a vivir con ustedes.
Un hombre que también pasaba muchas horas en la misma plaza, no pudo evitar escuchar las dos conversaciones y cuando el segundo joven se fue, se acercó al anciano y le preguntó:
–¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes si los dos jóvenes te hicieron la misma pregunta?
–En realidad todo está en nosotros mismos. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrará aquí. En cambio, aquellas personas que tenían amigos en su ciudad de origen, también los encontrarán aquí, porque las personas reciben aquello que ellas mismas están dispuestas a dar a los demás.
«Todo lo bueno y lo bello de la vida que necesitas, lo llevas dentro de ti. Tú simplemente déjalo salir, compártelo con los demás y cuando menos te lo esperes regresará a tu vida»
                
                       CÓMO AMAR A LOS ADULTOS MAYORES


DÉJALO HABLAR...
porque hay en su pasado un tesoro
lleno de verdad, de belleza y de bien.


DÉJALO VENCER...
en las discusiones, porque tiene necesidad
de sentirse seguro de sí mismo.
DÉJALO IR A VISITAR...
a sus viejos amigos,
porque entre ellos se siente revivir.
DÉJALO CONTAR...
sus historias repetidas,
porque se siente feliz cuando lo escuchamos.
DÉJALO VIVIR...
entre las cosas que ha amado,
pues sufre sintiendo que le arrancamos pedazos de su vida.
DÉJALO GRITAR...
cuando se ha equivocado,
porque los ancianos, como los niños,
tienen derecho a la comprensión.
DÉJALO VIAJAR...
en el automóvil de la familia cuando van de vacaciones,
porque el año próximo tendrás remordimientos de conciencia
si "TU VIEJO" ya no existe más.  
DÉJALO ENVEJECER...
con el mismo paciente amor con que dejas crecer a tus hijos,
porque todo es parte de la naturaleza.
DÉJALO REZAR...
como él sabe, como él quiere,
porque el adulto mayor descubre la presencia de Dios
en el camino que le falta recorrer.
Por favor... ¡Déjalo ser!

Vejez


Cuando envejecemos, la belleza se convierte en cualidad interior


El arte de envejecer es el arte de conservar alguna esperanza.


El error del anciano es que pretende enjuiciar el hoy con el criterio del ayer.


En la juventud, la belleza es un accidente de la Naturaleza. En la vejez, es una obra de arte.


Papa Francisco.


Un pueblo que “no respeta a los abuelos” carece de memoria y por lo tanto de futuro.
sus reflexiones acerca de los adultos mayores y reconoce la difícil situación que viven estos dentro de nuestra sociedad, así como los beneficios que ofrecen a las familias y a los pueblos.
Papa Francisco.
Nosotros vivimos en un tiempo en el que los ancianos no cuentan. Es feo decirlo, pero se descartan, ¡eh! Porque dan fastidio. Los ancianos son los que nos traen la historia, nos traen la doctrina, nos traen la fe y nos dan la herencia. Son los que, como el buen vino envejecen, tienen esta fuerza dentro para darnos una herencia noble”.


Compartió una historia que le ha servido mucho para acordarse de sus mayores y transmitir el respeto hacia ellos.


Un pueblo que “no respeta a los abuelos” carece de memoria y por lo tanto de futuro.


Cuenta el relato que una familia (papá, mamá, niños y el abuelo) comían sopa juntos a la mesa, pero cuando el abuelo tomaba la sopa “se ensuciaba la cara”. Fastidiado, el papá explica a los hijos porqué el abuelo se comporta así. Por eso compra una mesita donde aislar a su padre. Ese mismo papá, un día regresa a su casa y ve a uno de sus hijos que juega con la madera. “¿Qué haces?”, le pregunta. “Una mesita”, responde el niño. “¿Y para qué?”. “Para ti, papá, para cuando tú te vuelvas viejo como el abuelo


"Verdaderamente la vejez tantas veces es un poco fea, ¡eh! Por las enfermedades que trae y todo esto, pero la sabiduría que tienen nuestros abuelos es la herencia que nosotros debemos recibir."


"Un pueblo que no custodia a los abuelos, un pueblo que no respeta a los abuelos, no tiene futuro, porque no tiene memoria, ha perdido la memoria.


Ser piadoso con nuestros antepasados. Pidamos la gracia de custodiar, escuchar y venerar a nuestros antepasados, a nuestros abuelos”.




Saber envejecer es la mayor de las sabidurías y uno de los más difíciles capítulos del gran arte de vivir”


“Quien consigue conservar la capacidad de percibir la belleza, no envejecerá nunca”


Envejecer es todavía el único medio que se ha encontrado para vivir mucho tiempo”.


“Lo que eres es infinitamente más importante que lo que tienes”

Si, por falta de uso, una mente se vuelve torpe en la vejez, la culpa es tan solo de su dueño”

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