Ya perdoné errores casi imperdonables. Trate de sustituir
personas insustituibles, de olvidar personas inolvidables. Ya hice cosas por impulso. Ya me decepcioné
con algunas personas, mas también yo decepcioné a alguien
Ya abracé para proteger. Ya me reí cuando no podía. Ya hice
amigos eternos. Ya amé y fui amado pero también fui rechazado. Ya fui amado y
no supe amar.
Ya grité y salté de felicidad. Ya viví de amor e hice juramentos eternos,
pero también los he roto y muchos.
Ya lloré escuchando música y viendo fotos. Ya llamé sólo
para escuchar una voz. Ya me enamoré por
una sonrisa. Ya pensé que iba a morir de tanta nostalgia…
Tuve miedo de perder a alguien especial (y termine
perdiéndolo) ¡¡pero sobreviví!!
¡¡Y todavía vivo!!
¡¡¡VIVE!!!
aprendido. Y aprender no es cambiar, es CRECER. Puede que
cueste entenderlo pero he subido y he bajado ya muchas de mis montañas. He
crecido con mis demonios y he hecho frente a mis sombras.
De lo que no nos damos cuenta es que la madurez emocional no es como la física. No es inevitable, hay que trabaja
El camino aprendido
Tristemente, solo una pequeña parte de nosotros llega a ese
momento vital tan álgido en el que se puede decir “he sido un buen caminante y
he hecho mi camino al andar”.
Madurar significa entender que entender que ha llegado ese
punto de la vida en el que comprendes que no puede haber un amor más poderoso
que el amor propio.
Por
eso es tan importante comprender que cuando aprendemos no cambiamos, CRECEMOS
Qué es lo que hacen las personas emocionalmente maduras?
1. Dejan ir lo que no te hace bien
Albergar la idea de que cualquier tiempo pasado fue
mejor asegura que suframos el dolor emocional en el presente. Nos impide
soltar, dejar ir. Y nos sume en el pánico a un abismo que nuestros ojos se
empeñan en ver demasiado profundo.
Así es que surge el vértigo. Pero no cualquier vértigo. El
emocional. Ese que nos impide mirar al pasado para cerrar etapas, cicatrizar
nuestras heridas y dejar de golpearnos donde nos duele.
2. No permiten que su pasado emocional arruine su presente
Las personas emocionalmente inmaduras piensan que mirar
hacia el pasado es una pérdida de tiempo, que no necesitan limpiar su interior
y que lo importante es vivir el presente.
Así, la suciedad de
su pasado emocional se va acumulando y acumulando creando una montaña de dolor
cada vez mayor.
Para hacernos una idea, es como si un alérgico metiese
debajo de la alfombra todo el polvo de su casa pensando que así no le afectará.
Dejando de revisar tu interior no consigues escapar de él,
sino permitir que las partes negativas de tu pasado emocional se hagan dueñas
de tu vida presente. Y esto, por supuesto, resta espacio a lo positivo y,
además, duele. Duele mucho.
3. Dejan de quejarse
O cambias o aceptas. Si eres una persona emocionalmente madura te das cuenta de que la queja te ha metido en más de un laberinto oscuro. Somos lo que pensamos, y eso las personas emocionalmente maduras lo han experimentado. Si actúas más y te quejas menos significa que estás creciendo emocionalmente.
4. Se permiten el lujo de cometer errores
Estás madurando si te has dado cuenta de que los
errores son una buena forma de aprendizaje. Porque no es ningún delito, sino
que es otra manera de comprender el camino. Aceptas tus limitaciones y trabajas
para mejorar los
errores son, ahora, oportunidades de crecimiento.
5. Han aprendido a abrirse emocionalmente
Estás madurando si te das cuenta de que las corazas
pertenecen al pasado y que solo dificultan tu viaje. Por eso, dejarás de temer
al compromiso y al amor, confiando en ti y en los demás de manera plena.
La madurez emocional te permite tomar las riendas de su
vida. Tener una visión propia del mundo y una gran ambición para el éxito. Al
desarrollar la madurez emocional, la vida se convierte en un placer y no una
tarea.
La madurez emocional no evoluciona mientras dormimos. Requiere
esfuerzo, práctica y paciencia. La vida no te enseña nada, te lo dice todo. Tu
felicidad y tu satisfacción están en tus manos.
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